palabras desde dentro

carta de preso en la sistema penitenciario catalan

hace pocos días pude leer una copia del real decreto con las reformas que se aplicarán a finales de año en el código penal. alrededor de treinta modificaciones destinadas, en su practica totalidad, a endurecer alguna de las penas que la moda actual ha considerado que flaqueaban. me llamó la atención la justificación de la revisión del código que se encuentra en la introducción del texto ¨la progresiva conquista de niveles de bienestar más elevado no es concebible en un marco jurídico de respeto a los derechos fundamentales, sin un paralelo avance en de libertad y seguridad¨. sobre el papel esta es la excusa de que, paradójicamente, cada vez más conductas sean criminalizadas y penalizadas. las prisiones sigan saturandose y vivamos un crecimiento gradual, menos sutil por momentos, de coacción y sumisión.

existe la tendencia de señalar a los que, se cree, son los culpables absolutos de la situación (estado, gobernante, capitalismo, sistema…) olvidando la importante base que es la actitud de todos los que conforman cualquier entorno social (y todo lo que le condiciona), ya sean dirigentes o dirigida, manipulantes o manipulados. no existe un solo factor causante, sino montones de factores que, en mayor o menor grado, comparten (compartimos) la responsabilidad. la gran mayoría tolera, acepta, se conforma o se resigna siempre y cuando existe un medio que, cual sicario, castigue a aquellos seres amenazantes que transgreden peligrosamente los límites marcados. si para ello hay que sacrificar libertad en favor de una falsa sensación de seguridad, no hay problema. este idea se ha enquistado de tal manera en el colectivo social que incluso los que me rodean aun viviendo de primera mano todas las consecuencias del sistema penitenciario, la comparten.

en esto no hay nada nuevo, ni nada extraño. prácticamente desde el nacimiento de la cultura sedentaria han existido medios de castigo para eliminar o controlar a los que atentaban contra el orden social (siempre cuidando especialmente los bienes y sus excedentes) y códigos establecidos para tal fin, impuestos por aquellos que ostentan el poder en supuesta representación del colectivo y con evidentes intereses alternativos.

si ben ho día el lucro ha adquirido una importancia capital en cuanto a prisiones se refiere (y ¿donde no?) las estructuras punitivas siempre han estado vinculadas al modelo social en que vivimos, como una de sus consecuencias lógicas. encontramos, por tanto, que el problema no es la entidad penitenciaria por si misma, sino su origen cultural, y que atacar la primera sin abordar previamente los problemas del segundo es quedarse en la superficie. no podremos ver caer los muros mientras mantengamos el estilo de vida que nacíó hace tanto tiempo, cuyo desarrollo nos ha llevado al punto en que nos encontramos.

si es difícil abordar el sistema penal, tanto más lo es hacerlo con el sistema con mayúsculas. es costumbre generalizada por movimientos militantes marcar el fin del sistema como objetivo principal; como finalidad de los actos que se han de llevar a cabo. no obstante, la enormidad de esta ambiciosa empresa no solo puede resultar frustrante, sino que puede provocar que las acciones caigan en saco roto o que ni siquiera se realicen debido a la dificultad de encontrar formas visibles de conseguir los objetivos propuestos. por esta razón, la idea de cualquier cambio, erradicación o abolición habría de verse no tanto como el objetivo final a corto plazo, sino como parte de la actitud con la que afrontar la situación, que impulse a hacer las cosas de determinada manera y que se presente como contraposición de aquellos otras actitudes que sostengan el modelo social. de este forma las accións nacidas de dicha actitud pasarán a ser un fin en si mismas, no métodos para llegar a tal. Continue reading